Relájate, tómatelo con calma, afloja un poco… Últimamente
escucho demasiado estas frases y lo más curioso es que yo también las pronuncio
muy a menudo.
Lejos de entrar en el manido debate sobre el estrés y el
nocivo ritmo de vida que llevamos, sólo quiero comentar lo que me ronda
últimamente por la cabeza: tristemente nadie se libra, ni adultos, ni mayores,
ni niños… todos estamos metidos en ese maldito saco del “estrés”.
Mi propia hija, sin saber muy bien el significado, me dijo
un día muy seria: mamá por favor no me agobies, que me da estrés. ¡Ojo!, poneros
en situación, 8 de la mañana intentando que se ponga los calcetines y tu niña
de 6 años te suelta esta perla… (y de estas tengo como para escribir varios
post).
Pues me dio que pensar, la verdad. Yo creo que esto del
estrés es algo contagioso, ¡si yo misma podría ser nombrada campeona de España
de estrés!, pues algo les salpicará a los que me rodean, claro está… Pero es que por más que intenta una relajarse
y tomarse las cosas con calma, no hay forma. Sobre todo cuando el día es tan
corto y tu lista de cosas por hacer más larga que un día sin pan.
Por ilustrar mi reflexión, este es el desarrollo de un día
normal (para mí y para miles de vosotros, lo sé):
Madrugar para que te dé tiempo de arreglarte decentemente; luchar con
las niñas para llegar al cole a tiempo, mientras ordenas un poco la casa;
terminar el proyecto de la Web que lleva retraso; hacer los mil presupuestos
pendientes y enviarlos mientras tomas
algo porque no te dio tiempo a desayunar; empezar a diseñar el libro que tenía que estar
para ayer; pensar regalo para el cumple del amiguito de las niñas; responder a
las llamadas y mensajes de correo; arreglar la gestión administrativa de turno
(véase multa, banco, recibo, correos, etc…); recoger a las niñas, pasar por
Mercadona a por lo justo y cocinar algo rápido, pero sano y equilibrado; llevar a las niñas al baile mientras pienso la
ruta para ir a la imprenta, visitar a un nuevo cliente, comprar el regalo del
cumple y llegar a tiempo para recogerlas… ¿o las recogía su padre?; ir por lo
menos un ratico al gimnasio… ¡Ay no! que tengo que ir ooootra vez a Mercadona;
rápidamente zafarrancho de ducha, cena y dormir a las niñas; y como hoy las
duerme Dani , aprovechar para ducharme y hacer cuatro faenas de casa; y por fin…
caer muerta en el sofá (al igual que Dani, pues su día es similar);cenar y dormirnos alguna serie de la tele.
Y así, sin más ni más, se me acabaron las pilas, finito,
kaputt… Yo tirada en el sofá, bajo la manta, en pijama y con greñas. Mis hijas
y mi marido preguntando: ¿qué hacemos esta tarde mamá? Y yo: …nada. ¿Y por la
noche? Ummm…, nada. Hoy ya no me quedan
fuerzas para hacer nada de nada, y eso fue lo que hice… NADA.
PARTE II:
Cuando alguien te
dice lo de: no puedes seguir así, ¡TIENES QUE RELAJARTE!, pues a mí me da la
risa la verdad, porque me imagino al típico mago que con su hipnosis te dice 1,
2, 3…¡RELÁJATE!, y como si fuera tan fácil, tú te sintieras de pronto tranquila
y relajadita para todo el día.
Pero como lo del mago no funciona, (y lo digo por
experiencia), mientras estaba en mi letargo inducido de sofá y manta, que duró
lo justo para recargar un poco mis baterías, me vino a la cabeza una larga
lista de “imposibles” que alguna vez seré capaz de realizar y sin cargo de
conciencia.
Hoy he escrito una lista con el top ten de “imposibles”, y pienso
imprimirla y colocarle un bonito marco de Ikea, para tenerla siempre
presente, desde luego no para hacerlo todo en el mismo día, no estoy tan loca…
Ahí va mi lista:
- Quedarme unos minutos más bajo el grifo del agua caliente, cantando a grito pelao.
- Abrir mi agenda de hoy y tachar tres cosas de la lista de tareas, ya las haré mañana… o pasado.
- Ir paseando al cole con las niñas, aunque nos cierren la puerta y tenga que pedir clemencia para entrar.
- Desayunar sentada, tranquilamente y mojando galletas en Colacao… ¡y entre semana!
- Conducir por la autovía sin prisa, oyendo la radio y disfrutando del paisaje con la preciosa Sierra totalmente nevada al fondo (que siempre me la pierdo).
- Hablar por teléfono con mi madre, o con esa amiga que está fuera, sin mirar el reloj, ni pensar en que debería estar haciendo otra cosa (o por Skype con mis hermanos).
- Tomarme a media tarde una palmera de chocolate recién hecha, como las que me tomaba de niña, ¡aunque no esté en mi dieta!
- Ir al gimnasio, con muuucho tiempo por delante, para terminar la clase de spinning y poder nadar un rato en la piscina, entrar en el spa y en el jacuzzi… (ya me estoy pasando, creo…).
- Jugar con mis hijas horas y horas, tirada por el suelo con todo desordenado (y no decirles que mami juega a ordenar...).
- Y por último, aunque lo más necesario sin duda, irme con mi novio de cervecillas, sin mirar el reloj, y hasta meternos en eso que llamaban cine… ¿Seguirá la de Titanic en cartelera?
Y bueno, espero ir tachando de vez en cuando algún “imposible”
de mi lista en un futuro muy cercano. Sé que quizá no me ayude a eliminar del
todo el estrés, y que probablemente esto se quede en una de tantas listas que
tengo pegadas en el frigo. Pero lo que
sí es cierto es que hacer esta lista me ha quitado un gran peso de encima, y me
siento feliz y relajada, con la ilusión de cumplir de vez en cuando alguno de
estos “imposibles”.
P.D. Oye… y ¿tu cómo vas de estrés?, ¿te atreves con tu
lista? Anímate, seguro que te sienta genial, en serio.
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ResponderEliminar¡¡¡Madre mia!!! Como me suena todo lo que dices... yo de estrés voy bien servida, y que no me digan que me relaje, porque me estreso más aún. Felicidades por tu blog, esta muy muy bien. Besos
ResponderEliminarGracias Encarni!!
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