Ahora que ha pasado algún tiempo, veo que la pasada Navidad ha sido exactamente a mi propia imagen y semejanza: una gran ilusión,
un gran desconcierto, un sobre esfuerzo, un despropósito…, en definitiva, una
pura contradicción, como yo misma.
En un intento de hacer “balance” de esos días locos, festivos y agotadores, ¡pero
ojo! muy valiosos para mí (que no se trata de quejarme ni mucho menos, es solo
una reflexión mental), he realizado un repaso, revelador a la par que
inquietante:
- Día 8 de Diciembre: activando el modo Pre-Navideño, alerta pero prudente. El alumbrado de la ciudad y el Santo de mi adorada madre, dónde nos avisa que ya ha preparado la bandeja de mantecaos, son el pistoletazo de salida.
- Día 17 de Diciembre: celebrando mi santo, me pongo oficialmente el “Espíritu Navideño” (Ver el post Espíritu Navideño del 15/12/2014), y pienso “…este año no quiero que me pille el toro, voy a disfrutar de los días previos a Navidad, prepararlo todo con calma, planificar las fiestas, y….”
- Día 24 de Diciembre: “…y de pronto ¡Nochebuena!, ¿Cómo? ¿Pero, ya? Con las ganas que tenía de cantar y cantar villancicos (soy mu cansina), pero ahí estoy con un catarro monumental, arrastrándome a base de Frenadol y comida, mucha comida, demasiada comida… Aun así, nos dieron las 4 de la mañana.
- Días 25, 26, 27, 28, 29: ¡todos vuelven a casa por Navidad! Amigos, familia, catarros, y con la ilusión de aprovechar esos días y ver a toooooodos, iniciamos una vorágine de salir, comer fuera, merendar fuera, ver belenes, cenar fuera…. (desayunar fuera no, porque somos de trasnochar y no madrugar nada en vacaciones).
- Día 30 de Diciembre: primer aviso “…mamá, tú crees que algún día podríamos quedarnos en casa tranquilitos, yo quiero leer un cuento…” ¡Dicho por una niña de 7 años! Activado el modo: Contradicción total y estado de alerta. Aun así seguimos el ritmo y ahora el resfriado monumental lo tiene Dani.
- Día 31 de Diciembre: ¿Cóoooomo? ¿Nochevieja ya? No puede ser… Pues venga, vale… Y esta vez nos dieron las 5 de la mañana.
- Día 1 de Enero: Santo de mi bendito padre, regreso a casa de algunos…pues ¡cenita de celebración/despedida! ¡Que no decaiga!
- Días 2, 3, 4: Aunque conseguimos controlar un poco el ritmo y hasta comer algún día en casa, llegaron los días más mágicos del año ¡ya vienen los Reyes! Modo “Paje Real” activado, y con ello un no parar de recados aquí y allá. Ya no sé ni en qué día estoy (¡ojo! sigue sin ser una queja ¿eh? Que hay gente muy mal pensada por ahí, jeje).
- Día 5 de Enero: ¡La Cabalgata! Qué bonita, qué ilusión para mis niñas. Este año sí fuimos previsores, todo organizado y a las cinco y media estábamos ya en la puerta de Correos, nos situamos en el mejor sitio y eso que íbamos más de ¡15 personas!. Pero hay factores meteorológicos incontrolables por el ser humano… y acabamos como una sopa, chorreando hasta los calcetines y viendo la cabalgata de Madrid por la tele. Eso sí, contra viento y marea los Reyes llegaron…y nos dieron otra vez las tantas y media.
- Día 6 de Enero: mi regalo de Reyes inesperado fue otro gran catarro (lluvia+frío+saturación= mocos), aunque en todo lo demás sus Majestades de Oriente como siempre, fueron muy generosos. Y a pesar del ritmo frenético, los resfriados familiares y la sobrealimentación… pues llegó la comida de Reyes en casa, y lo pasamos de nuevo genial, y nos dieron otra vez las tantas. Y cuando parecía que todo había terminado…, pues le dimos un toque original al fin de fiestas saliendo los cuatro a la calle para despedir a toda la familia y ¡se cerró la puerta!!!!! Fuera todos sin abrigo, sin llaves, sin móvil, y bueno…solo diré que conseguimos entrar y que me acurruqué en el sillón frente a la chimenea con mi marido y mis niñas, y ¡por fin! no hicimos NADA durante un buen rato.
Como todavía estamos a tiempo: ¡Feliz Año Nuevo a todos!