viernes, 20 de marzo de 2015

EL BOLSO DE MARY POPPINS



¿Donde está tu rebeca? Búscala de una vez, porque "tiene que estar ahí"  (famosa "frasedemadre" que merecería un capitulo propio).  En esas estaba yo, regañando a mi hija por no poner la ropa en su sitio, cuando de repente me vino un flash a la cabeza... Espera cariño, le dije con cautela, y me dirigí a mi bolso sumergiendo mi mano en las profundidades del mismo, con la precaución del concursante de la tele, que no sabe qué encontrará en la urna.

Y allí en fondo palpé algo lanudo y suave, ¡la rebeca! Ahí tenía que estar…, me dije a misma tal y como me hubiera dicho mi propia madre, mucho años atrás.

Si es que no tengo remedio, ¿cuantos días llevaría ahí la rebeca? Y lo peor no es eso, porque junto a ella encontré también una factura de la luz, la Monster High de mi niña (La loba), un metro (de los gordos de metal), un botellín de agua caldorra, mi tablet, un zapato de un muñeco, mi Mp4, un rollo de precinto...  Jolin, ¡con razón pesaba tanto el jodío bolso! Que llevo varios días con un tirón en el cuello...

Y por supuesto, no hay que olvidar que a todos estos objetos inesperados, hay que añadir el peso de todo lo habitual y razonable que debe contener un bolso. (Incluido el peso del propio bolso, que no era poco...).

El caso es que estuve varios días reflexionando sobre mi actitud: llevar a cuestas el bolso de Mary Poppins (eso sí, sin su magia), ¿me hace sentir más segura?, o acaso, ¿más preparada para los imprevistos?, o simplemente, como es grande, ¿es un cajón "desastre"?.

El llamado "incidente de la palmera" digamos que fue la gota que colmó el vaso, o más bien el bolso, en este caso: una noche que salimos a ver un espectáculo (esto es necesario, al menos cada dos años…) me dice mi querido esposo, “…oye con las prisas ni siquiera hemos picado algo para cenar. Jolin -dije yo que soy muy fina-, pues es verdad y yo estoy muertica de hambre...  Espera, que creo que puedo llevar algo en el bolso…”.  Y así rescate de uno de los múltiples bolsillos una especie de envoltorio que contenía... ¡Eureka, media palmera de chocolate! Y Dani, que es muy precavido con estas cosas me dijo amablemente: !por Dios!, pero desde cuando llevas eso en el bolso??? Aun así, nos la comimos.

El caso es que los hombres tampoco se libran del llamado “complejo de M. Poppins”, porque el que no lleva una bandolera a reventar que no se puede ni cerrar,  lleva los bolsillos del abrigo más cargados que los camellos de los Reyes Magos. Me dice un día Dani, “… voy a ordenar mi bandolera, que mira lo que acabo de encontrar: una peineta y un pendiente de gitana de las niñas…”. Y de la Feria hace ya un rato largo.

Después de estos graves sucesos, tomé una decisión radical: ahora llevo un bolso más pequeño y ligero, perfecto para llevar lo justo, lo imprescindible. Y todo lo demás…, pues intentaré meterlo en los bolsillos del abrigo, o a ver si a Dani le ha sobrado sitio en su bandolera después de sacar la peineta…

2 comentarios:

  1. A ver quién no ha tenido este problema eh? Dime cómo lo llevas tú:

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    3) Luego dale a PUBLICAR, que si no, no se guarda ok?

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  2. Jajajaja me encanta como siempre.... pero a ver q hacemos en verano sin bolsillos de abrigos.... Firmado: eli

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